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Once inicial de la UD. Foto: Quique Curbelo (laprovincia.es) |
Al conocer la alineación de la UD Las Palmas en su debut liguero ante el Llagostera, pensé que a priori -siendo el partido en casa con un recién ascendido como rival- era defensiva. Dos laterales diestros (debido a las bajas) propician que el que juega a pierna cambiada en principio no tiene tanto recorrido. En la media cancha dos jugadores de corte defensivo,
Javi Castellano y
Hernán, acompañados de
Vicente Gómez, éste último sí con llegadas al área. Por contra, la temporada pasada en la medular solía jugar un hombre de diferentes características como era
Apoño. Y la última premisa para mi teoría era que las bandas las ocupaban
Momo y
Nauzet, dos buenos peloteros pero sin la vocación de hacer desmarques de ruptura que podría tener por ejemplo
Asdrúbal. Por tanto, con todos esos ingredientes
Araujo quedaría -siempre hablando de mis pensamientos antes de iniciarse el partido- como una isla arriba, sin un delantero que lo acompañe o la figura de
Valerón surtiendo balones. Pero me equivoqué de pleno. Las Palmas salió a morder desde el minuto 1 con una presión asfixiante y una verticalidad tremenda. Puede que enrabietados por la trágica tarde del Córdoba, puede que por ser la línea a seguir con
Paco Herrera, o puede que las dos cosas juntas. Pero lo cierto es que el equipo sin hacer un juego brillante me gustó mucho, demostrando que muchas veces en el fútbol la idea es más importante que los nombres.