Hace unas semanas se publicó en el canal de YouTube Mundo Ayaki (entrevistado dos veces en este blog) un vídeo doblaje de humor sobre el Torneo del Carmen en La Isleta. Hasta hace aproximadamente dos décadas se jugaba en la cancha de fútbol sala del Colegio León y Castillo (actualmente se celebra en modalidad de fútbol 7 en el Campo de fútbol Porto Pí de césped artificial). En aquella época, principios de los 2000, en mi modesta opinión yo no es que destacara pero tampoco era malo precisamente, sin embargo era tal el nivel que nunca lo jugué y mis recuerdos más o menos precisos de esos años fueron siempre como espectador. Nivel muy alto y mucha rivalidad al estar formados la mayoría de los equipos por jugadores de cada zona del barrio capitalino, hacían del torneo todo un acontecimiento cada verano.
Entre sus futbolistas más ilustres, cabría destacar a Rubén Castro, el cual ya despuntaba en filiales de Las Palmas y tras jugar el primer partido de una edición con la Plaza del Pueblo (en adelante, La Plaza), no pudo jugar más por llegar un chivatazo a la UD. También lo jugó y con varios equipos distintos el malogrado Carlos Marrero (de hecho aunque este artículo va como comenté anteriormente sobre mis recuerdos, documentándome un poco para el mismo conocí que jugó en el Atlético Madrileño de fútbol y fue descubierto para el fútbol sala por el entrenador Carmelo Álamo en el propio Torneo del Carmen alrededor de los 90). Leyenda del fútbol sala profesional, ganador de Liga y Copa con el Maspalomas Sol de Europa e internacional con España, un Marrero ya veterano fue elegido mejor jugador del campeonato por dirigir magistralmente desde el centro de la defensa al Sanz Orrio. Dicho galardón fue competido duramente con otra estrella legendaria del fútbol canario, David González, el Moco (en la foto, de pie primero por la izquierda), el cual dio una exhibición de regates partido tras partido y fue a su vez campeón del torneo y MVP de la final de ese mismo año, en este caso con Los Chavalitos.
Si los nombres anteriormente citados son rimbombantes, hay otro que me gustaría destacar por encima de todos los que mis ojos vieron jugar en aquella época: Lorenzo, el del Parquillo. Tristemente fallecido hace unos años, Lorenzo era un mago, zurdo con una composición física que no casaba con su extrema habilidad. Hombre alto, corpulento, te regateaba a uno por hora. Para el que no tuvo la suerte de verlo jugar, podría recordar a Paulo Roberto, la estrella hispana-brasileña de futsal que deslumbraba en los 90. Recuerdo estar en la grada y escuchar a Ezequiel, jugador de La Plaza, decir, "enséñame tu libro de regates". Era ver a Lorenzo por las calles de La Isleta y darme respeto por la admiración que le tenía. Similar a lo que me pasaba con Guayre, solo que a Guayre lo conocía desde pequeñito y fue profesional destacado del fútbol (escribí hace muchos años una entrada sobre su carrera), mientras que Lorenzo, aunque llegó a jugar en División de Honor de fútbol sala con el Maspalomas, tuvo una carrera en la élite discreta y era más bien conocido a nivel de regionales.
En una breve conversación estos días con Nando, integrante junto
con Lorenzo de aquel mítico Parquillo, me preguntó: "¿Qué pasaría si hoy
en día se jugara con la intensidad de aquellos años?". Porque la
realidad, como comenta uno de los personajes del video doblaje de humor
nombrado en la introducción de este texto, es que todos los conjuntos tenían unos peloteros tremendos, pero también se daba mucha leña, aunque
como me dijo el propio Nando, "al final nunca pasaba nada grave porque
todos eramos colegas del barrio". Ese Parquillo era el equipo que más
afición traía a la cancha. Yo siempre decía en tono de broma que los
niños de esa zona no eran ni del Madrid, ni del Barcelona,
ni de la UD Las Palmas. Eran del Parquillo. Como vivía los partidos esa
parte del graderío. Nando me recordó que, "hasta algún bombo hubo por
allí".
Otro habitual equipo de esas ediciones fue el Valsendero, prácticamente los mismos futbolistas del San Pedro federado al fútbol sala durante el resto del año. Como anécdota, yo jugué por aquellos tiempos en su filial, el San Pedro Atlético. Su jugador más creativo era Paufo, también zurdo. Algo pasado de peso, su jugada clásica era driblar pisando la pelota, al estilo Davor Suker. Y siempre le salía. Atrás quien ponía orden era Mauricio, cierre valiente, duro y correoso, desquiciaba a los delanteros pero lo hacía con nobleza.
La Plaza con sus equipajes cada año de un club diferente italiano (me vienen a la memoria Juve e Inter), Sanz Orrio, Parquillo, Valsendero y Los Chavalitos entre otros muchos equipos, formaron una de las competiciones de verano más importantes de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Creo que hoy día en su actual ubicación no tiene tanto lustre como tenía. Por lo que tengo entendido, con el cambio de sede, se perdió gran parte del encanto y expectación que atesoraba en la cancha del León y Castillo. En palabras de mi gran amigo Doramas, también entrevistado en su día en Fútbol Sin Humo, "pasó algo parecido al cambio de ambiente que había en el Estadio Insular con respecto al Estadio de Gran Canaria". Doramas es voz más que autorizada al haber jugado el campeonato tanto en cancha como en fútbol 7, y fue integrante de aquellos Chavalitos campeones siendo decisivo por parar el penalti definitivo de la tanda a Carlos Marrero. En la memoria colectiva siempre quedará el antiguo Torneo del Carmen.
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