La Serie A reunía a los mejores jugadores del mundo en una época donde solo podían jugar 3 extranjeros por club (por tanto el talento estaba más repartido) y éstos ganaban casi todos los títulos europeos -Copa de Europa, Recopa y Copa de la UEFA donde incluso jugaron varias finales entre ellos-. Han pasado a la historia el Nápoles de Maradona y el Milan de Sacci, pero es que además, ese campeonato reunía a lo mejor de lo mejor.
Costaba entender como un equipo de media tabla para abajo como el Torino podía fichar a un jugador del Real Madrid e integrante de la Quinta del Buitre cuando ésta estuvo en su apogeo. Martín Vázquez dejaba uno de los mejores clubes de Europa para unirse a los Scifo y Lentini en la escuadra turinesa. Pero era tal la superioridad y fortaleza del Calcio que era algo habitual en esos tiempos. Poco antes, Ricardo Gallego también había pasado del conjunto madridista al Udinese así como Víctor Muñoz hizo lo propio del Barcelona a la Sampdoria.
Los citados Torino, Inter de los alemanes, Nápoles de Maradona (y Careca), y Milan de los holandeses Gullit, Van Basten y Rijkaard; más la Juve de Moller y Roberto Baggio, la Roma de Hasler y Voller, la Fiorentina de Batistuta, el Cagliari de Francescoli, el Parma de Asprilla y Brolin, la Lazio de Signori, la Sampdoria de Mancini y Vialli, etc. hicieron del Calcio algo muy superior a lo que es la Premier League hoy en día. El dominio era tan absoluto en resultados durante casi dos décadas que en esos tiempos quería que los italianos perdieran siempre en Europa, algo parecido a lo que me pasó muchos años después con el Madrid y el Barcelona. La Serie A tenía a los mejores equipos trabajados tácticamente junto con los mejores futbolistas del planeta distribuidos por todos clubes italianos. Era la NBA del fútbol.
Foto: Inter de Milán campeón de la Copa de la UEFA 90-91. Giuliano Bevilacqua. Póster de Bryan Torres (Fútbol Sin Humo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario