Lo confieso, no puedo más. Llevo años negando una realidad y es hora de que pida perdón y entregue las armas. Maldito seas Vinícius Júnior, has desmoronado todo aquello en lo que creía. Cómo si a un cristiano le demostraran empíricamente que Dios no existe o como si a un fanático de Michael Jackson le dijeran que el rey del pop se hizo un Milli Vanilli. Vinícius es un crack, un gran futbolista y yo llevo mucho tiempo sufriendo en silencio, luchando contra un gigante que se llama evidencia y resistiéndome a admitirlo. Cómo duele reconocerlo.
Hace dos años ya tuve la mosca detrás de la oreja reflejándolo en el artículo "No tengo ni puta idea de fútbol". Allí venía a decir que Vini pasó de tener el nivel justo para jugar en el Valladolid -pareciendo que tiraba a puerta como tiraría mi mujer la cual nunca ha jugado al fútbol- a ganar la Champions anotando el gol de la victoria en la final. Aquella fue su primera gran temporada después de tres anteriores mediocres. No fue la única. Detrás de esa se ha ido superando año tras año, creando el solo unas quince ocasiones decisivas en cada encuentro del Real Madrid y nadie sabe donde está su techo.
Me queda como consuelo que 1) sigue siendo merecidamente el jugador más odiado de España por comportarse como un gilipollas en cada partido, y 2) que aunque actualmente tiene nivel de balón de oro todavía no llega a la altura de Ronaldo Fenómeno o Ronaldinho. Pero quién sabe, vista su evolución, para mí la más impactante de la historia del fútbol, puede que mejore tanto lo primero (conducta) que en los años venideros se convierta en una mezcla de Valerón e Iniesta; y lo segundo (nivel de juego) que siguiendo la misma progresión aritmética se transforme en una versión mejorada de Cristiano Ronaldo y Messi. Igualmente, aunque estas dos premisas no se cumplan, yo ya lo tengo claro: tú ganas, Vini.
Foto: Vinícius Jr. mandándome a callar
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